jueves, 30 de abril de 2015

ESPECIAL DÍA DE LA MADRE: Démeter y Core. O lo que el amor de una madre puede llegar a conseguir.


El próximo domingo 3 de mayo es,  aquí en España, el día de la madre. Por ello esta semana vamos a dejar descansar a nuestro querido y seguido Hércules -millones de gracias por la aceptación que está teniendo, pinchando aquí podéis acceder a las entregas publicadas hasta ahora-  y vamos a contaros un mito en donde una madre, además de diosa, es la protagonista. Su nombre Démeter y a ella y al inmenso amor que siente hacia su bella hija Core, le debemos según los griegos, las estaciones del año.


Espero que os guste.




En la Mitología griega Deméter es la diosa de la naturaleza, la fecundidad y la agricultura, es decir de la tierra cultivada que alimenta al género humano. Una importante figura, que al otorgar al hombre la posibilidad de cultivar, le permite pasar del estado salvaje al civilizado, pero también una figura con mucho poder, a la que había que tener respeto pues de ella dependían las cosechas.



Démeter había tenido una hija bellísima con Zeus, de nombre Core (la doncella) a la que amaba por encima de todas las cosas.  Figuraos la belleza de la joven que un día Hades, el rey de los infiernos, subió un ratito a la superficie y cuando vio a la joven se obsesionó hasta tal punto que decidió, pesase a quien pesase, convertir a Core en su esposa.


Algunos dicen que Hades pidió permiso a Zeus para celebrar la boda pero que éste, al no poder negarle tal casamiento -no hay que olvidar que Zeus y Hades son hermanos- pero no queriendo enfadar a Démeter pues temía la reacción que ésta pudiera tener si le arrebataban a su hija, decidió dar una diplomática respuesta, en la que no aclaraba su posición. Lejos de calmar a Hades lo que Zeus consiguió fue precisamente lo contrario, enfadarlo y envalentonearlo.  




Así, un día que Core se hallaba recogiendo flores con sus amigas las ninfas, fue raptada por Hades quien se la llevó  a su reino en el inframundo, en un carro tirado por negros caballos.

Cuando Démeter vuelve de sus ocupaciones y no encuentra a su hija por ningún lado, cree volverse loca. Desesperada comienza  una peregrinación de nueve días y nueve noches en busca de la bella Core.

Al décimo día, acompañada de Hécate, la diosa lunar, decide ir a ver a Helio, el dios del Sol y de la Luz, el dios que todo lo ve y todo lo sabe, para que admitiese, lo que otros ya le habían comentado:


Hades era el autor del rapto. 


Démeter estaba tan furiosa que, en lugar de volver al Olimpo, continuó vagando por la tierra prohibiendo a los árboles dar sus frutos y a las hierbas crecer. Las cosechas y las fuentes se secaron y la situación comenzó a ser tan desesperada para los hombres que habitaban la tierra, que sus quejas ascendieron hasta el Olimpo.


A Zeus no le quedó más remedio que tomar partido en la situación por lo que decidió enviar a Hermes -¿os acordáis?, ¿el mensajero de los dioses, el de las sandalias aladas?- al infierno con un mensaje que decía lo siguiente:

Por favor Hades devuelve a Core, si no lo haces estamos todos perdidos.

Y otro mensaje para Démeter en el que le confirmaba que podría volver a tener a su hija. Solamente había una condición, que Core no hubiese probado bocado del infierno, pues quien lo hacía ya no podía abandonarlo jamás.


Os imagináis lo que pasó, ¿verdad? Core, que durante días se había negado a tomar cualquier alimento, incluso un pequeño mendrugo de pan, justo en el momento en el que iba a poder abandonar el infierno para volver junto a su madre...


 ...cogió una granada del jardín y se comió siete granos.

Y encima tuvo la mala suerte de ser vista por un jardinero de Hades.

La felicidad de Hades no podía ser mayor, Core se quedaba con él para siempre, pero tampoco podía ser mayor el enfado y la desesperación de Démeter, quien más abatida que nunca, lanzó el siguiente grito:

 Jamás volveré al Olimpo y nunca retiraré 

la maldición que he lanzado sobre la tierra.




La situación se puso tan desesperada que se llegó a creer que el fin del mundo podía estar próximo, por lo que Zeus tenía que encontrar una solución y que mejor para ello que recurrir a Rea, su anciana madre -también madre de Démeter y de Hades-, para que intercediera. El acuerdo al que llegó fue el siguiente:


Core pasaría tres meses al año en compañía de Hades como Reina del Tártaro, respondiendo al nombre de Perséfone y el resto del tiempo, nueve meses, estaría al lado de Démeter.

Y así sucede cada año. Cuando Core regresa al lado de su madre es primavera, los campos florecen y los árboles dan sus frutos hasta el final del otoño. Pero, ¿qué hace Deméter cuando su hija parte al infierno? Pues enfandarse, o, tal vez, simplemente entristecerse.


Por eso llega el invierno, la tierra deja de dar frutos, el campo se vuelve estéril... 
hasta que Démeter y Core vuelven a estar juntas.


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